Bahía de Cochinos: Heroísmo y traición
Miami, FL – Más allá del inmenso poder de su mitología, el desastre militar de Bahía de Cochinos es, en efecto, un vasto tema de controversia histórica alentada por la complejidad de la operación, y las fatales decisiones políticas que se impusieron sobre la devoción y el coraje de la Brigada 2506, donde la Patria esclava del marxismo encontró lo que tal vez fue, su ultima esperanza de redención.
Las raíces de esta operación están en el contexto de la Guerra Fría y el peligro para Estados Unidos de que Castro aceptara, en un algún momento, el despliegue de cohetes nucleares soviéticos en la isla (como occurrió dos años después), cambiando de un golpe la ventaja estratégica de Washington sobre Moscú.
Respondiendo a este enorme peligro para la seguridad nacional, el entonces presidente Eisenhower advirtió: “Esta nación no tolerará el emplazamiento de un satélite de la Union Soviética a 90 millas de nuestras costas”.
El 17 de marzo de 1960, el presidente aprobó crear una fuerza de combate formada por exiliados cubanos pero con la condición de que fuera una acción encubierta. La ayuda decisiva de Estados Unidos tenía que ser secreta.
Eisenhower fue muy preciso en su orden cuando señaló: “nuestras manos no pueden aparecer en nada de lo que se haga1”.
La farsa exigía una versión plausible en la que un grupo de exiliados cubanos y norteamericanos que habrían perdido propiedades en Cuba, financiaran la lucha armada. Esta limitacion de equipos belicos resto poder de fuego a las exigencias de armamentos necesarios para ganar la batalla y la magnitud de la operacion hacia imposible negar la ayuda decisiva de los Estados Unidos.
En todo momento, se planteó que el factor esencial para la victoria era la supremacía aérea para apoyar los batallones en tierra y proyectar su poder de fuego a los centros vitales de las fuerzas del régimen. Los oficiales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) encargados del plan fijaron con absoluta claridad la importancia del control aéreo.
En un informe enviado en enero 4, 1961, la CIA advirtió: “Se considera crucial que la Fuerza Aérea cubana, capaz de dar resistencia al desembarco, sea destruida o neutralizada antes de que las tropas lleguen a la playa 2“.
Este importante documento, especificamente explica que el control de espacio aéreo sobre el teatro de operaciones era la premisa esencial para el éxito de la invasión.
Los oficiales de la CIA no dejaron lugar a la duda. Sin la supremacía aérea, la derrota era inevitable.
Es conveniente señalar que Bahía de Cochinos no fue el primer sitio seleccionado para el desembarco. Inicialmente se escogió la Bahía de Casilada, en Trinidad, situada en el centro-sur de la isla, junto a la montañas del Escambray. De acuerdo con militares veteranos Trinidad era un sitio excelente para el desembarco, muy superior a la Bahía de Cochinos.
En noviembre de 1960, John Kennedy fue electo presidente de Estados Unidos. A los pocos días, Allen Dulles, director de la CIA, le informó sobre los detalles secretos del desembarco planeado para efectuarse por Casilda-Trinidad. Se puso énfasis en la importancia decisiva de la aviación y de que el éxito dependía del control del espacio aéreo sobre el teatro de operaciones.
El 28 de enero, el presidente John Kennedy autorizó continuar el plan de operaciones militares contra el régimen de Castro3 sin embargo el 15 de febrero de 1961, Thomas Mann, subsecretario para América Latina, fijó su posición en una carta al secretario de Estado, Dean Rusk, en la que se oponía al desembarco4.
En esta coyuntura, el Secretario de Estado Dean Rusk propuso eliminar el plan de Trinidad dado que la densidad de población hacía muy difícil encubrir la participación de los Estados Unidos en el ataque5. La alucinante farsa se habia apoderado de la difícil operación.
La CIA fue ordenada a buscar un sitio alterno para el desembarco. Cuatro semanas antes del ataque, Bahía de Cochinos fue escogida para implementar el plan.
El 4 de abril, reunidos en el Departamento de Estado, el presidente pidío la opiníon de sus principales asesores sobre si se debía continuar con la operación. Luego de ofrecer sus puntos de vista, todos estuvieron de acuerdo con ordenar el ataque menos Dean Rusk, que se abstuvo, y el Senador William Fullbright, que se opuso. Ese mismo día Kennedy dio la orden para que las fuerzas de la Brigada 2506 se dispusieran a entrar en acción. La fecha escogida fue el 17 de abril, 1961.
Pocos días antes, los grupos de infiltración de la Brigada penetraron clandestinamente para ayudar y coordinar el ataque con la poderosa resistencia interna que operaba activamente a lo largo y ancho de la isla.
Los pilotos, tripulaciones navales, personal de apoyo y los batallones comenzaron a desplegarse hacia sus objetivos. Fue un momento de enorme emoción. Hermanados en el peligro, sentíamos el honor de cumplir juntos un hermoso ideal. Eramos los soldados de la libertad.
El 14 de abril, el presidente llamó a Richard Bissel, el oficial de la CIA a cargo de la Invasión, y le preguntó cuántos aviones B-26 participarían en el ataque inicial. Bissel le respondió que todos. Kennedy objetó el número de aviones y le dijo a Bissel: “Bueno, no lo quiero en esa escala, lo quiero mínimo”. Así el golpe inicial fue reducido de 16 a ocho aviones; además se perdió el factor sorpresa.
Al amanecer del 15 de abril, la disminuida aviación de la Brigada atacó las bases aéreas de San Antonio, Santiago de Cuba y Columbia. El ataque aéreo duró aproximadamente 20 minutos. Al final, Castro podía contar con siete aviones que sobrevivieron al primero y único ataque a sus bases aéreas. Entre estos le quedaron disponibles dos aviones “jet” T-33, y dos formidables Seafury considerados entre los mejores aviones caza de la Segunda Guerra Mundial.
Los aviones de la Brigada regresaron a sus bases preparados para continuar golpeando los aviones que quedaban de la Fuerza Aérea castrista. Pero justo antes de reanudar las operaciones llegó la orden de Washington cancelando los restantes ataques a las bases aéreas de Castro. Para los pilotos de la Brigada la orden fue devastadora. Ellos tenían conciencia que el control del aire era esencial para la victoria. Los aviones castristas que sobrevivieron el primero y único ataque dominaron el espacio aereo sobre Bahía de Cochinos y decidieron la batalla.
El 15 de abril, el canciller del régimen Raul Roa acuso los Estados Unidos por el ataque aereo. En respuesta el embjadaro Adlai Stevenson indico que el ataque respondio a la rebellion de pilotos de la fuerza aérea de Castro y enseño fotos de un avion B-26 que habia aterizado en el aereopuerto de Miami. De imediato el embajador Roa presentó fotos con marcadas diferencias entre los aviones de ambos contendientes. La nariz de los aviones de Castro eran de plastico y los de la brigada de metal. El encumbrimiento de la activa presensia de los Estados Unidos en la operacion se desintegro.
El impacto fue monumental en Washington. Stevenson amenazó con renunciar y Kennedy selló la derrota prohibiendo continuar los decisivos ataques. El General Rafael del Pino, piloto de la aviación castrista durante esos críticos días (hoy en el exilio), señaló en una entrevista, “nunca entendimos por qué no continuaron los ataques aéreos. De haberlo hecho el 16 y 17, nosotros hubiésemos sucumbido”.
Es evidente que el presidente Kennedy exhibió una manifiesta ausencia de audacia y liderazgo. Su conducta errática, para nosotros, alcanzó el nivel de traición. En efecto, el fracaso de Bahia de Cochinos acelero la entrada de los cohetes sovieticos en Cuba que casi culmina en una guerra nuclear.
En Bahía de Cochinos, por tres días y noches, la Brigada 2506 hizo derroche de heroísmo. Se peleó en San Blas, en Soplillar, en la Rotonda de Palpite, en Playa Larga, en Girón, y en ocasiones faltos de municiones, la lucha fue cuerpo a cuerpo. Por eso hoy quiero honrar la memoria de mis hermanos caídos en combate y los que fueron asesinados posteriormente en la rastra de la muerte.
Ese ideal de lucha es nuestro mejor testamento a las nuevas generaciones. Y que nadie dude de que mientras quede en pie un combatiente de la Brigada 2506, jamás abandonaremos la lucha por la libertad de Cuba.
1 Memorandum of conference with the president, 03-16-1960.,CIA,program of covert action against the Castro regime (03-16-1960)
2 CIA Memorandum for Chief WH-4,policy decision required for conduct of strike operation against government of Cuba,(1-4-1961)
3 McGeorge Bundy Memorandum of discussion on Cuba,cabinet room, January 28, 1961
4 Thomas Mann Memorandum 02-15-1961
5 Graystone Lynch.decision for disaster (Washington..brassey’s 2000) page 14