La protesta política en el territorio de lo obsceno
by Alvaro Alba
Primera Parte
Cada nación escoge sus gritos de combate, según la época y la forma de enfrentamiento. Para los cubanos el lema es Díaz-Canel sin–o, y para los ucranianos, por ejemplo, es Putin
ju–o, entonado como referencia directa y con igual significado en ucraniano y ruso. Ambas expresiones de resistencia, de oposición y desafío han sido criticadas por puritanos e inclusive por críticos de estos mandatarios, pues alegan que es un lenguaje obsceno y marginal.
Nada nuevo se ve en estos gritos, opina la escritora cubanoamericana Daína Chaviano: “Los pueblos se expresan según su formación, educación y circunstancias. Cuba no es una excepción. Tanto en la vida privada y personal como en los ambientes públicos, los cubanos han apelado cada vez más a la violencia verbal, a la crudeza de las expresiones y al uso consciente de palabras y conceptos que buscan agredir”.
La autora, Premio Azorín de Novela (1998), declaró que el cambio en el lenguaje que se opone al régimen es “la respuesta de una sociedad metódica y largamente reprimida por una jefatura que la ha secuestrado y pisoteado durante décadas”.
Chaviano señaló otros factores que explicarían el arraigo de esta frase: el sistema de educación, cada vez más defectuoso, y el tedio del discurso oficialista agotado e ineficaz.
“Ese discurso de poder vacío, que ya no logra comunicar ningún pensamiento coherente, que pretende ocultar la realidad tras consignas tan absurdas como estereotipadas, ha encontrado su contrapartida en el lenguaje directo, duro y sin cortapisas de un país cansado que se niega a seguir hablando a medias, que busca expresar lo que siente con la misma virulencia con que es reprimido”, expresó.
“Las nuevas generaciones están tan hartas de no hallar salida a sus problemas que no tienen más remedio que expresar su frustración de esa forma. Por otro lado, tampoco han aprendido a reaccionar de otra forma. El pésimo sistema de enseñanza y las expresiones soeces y populacheras instauradas por el gobierno desde hace décadas para insultar al “enemigo”, ahora están pasando factura a sus creadores en dirección opuesta”, apuntó la escritora.
Ileana Fuentes, escritora y especialista en temas de género, raza e historia de la mujer, afirmó a Radio y Televisión Martí que “en el contexto de la teoría social postmoderna se reconoce la habilidad del lenguaje para representar realidades externas al propio lenguaje”.
“Si le aplicamos este concepto a la palabra “sin–o”, nos damos cuenta del significado adquirido (que hoy el pueblo cubano ha creado) de este vocablo más allá del verbo”, agregó la investigadora.
En Rusia, no sólo la prensa leal al Kremlin sino también varios opositores del presidente Vladimir Vladimirovich Putin critican a los ucranianos por lo que consideran “manera prosaica” de criticar al gobernante ruso. Dentro y fuera de Cuba también muchas personas se niegan a dar resonancia a esos que de manera “obscena” se refieren al funcionario cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
En Miami, una asociación de vecinos pidió quitar el cartel con la frase Díaz-Canel sin–o al dueño de un restaurante que la colocó en los predios de su comercio. Muchos periodistas y comentaristas prefieren no referirse directamente a los múltiples hechos en que este insulto se ha convertido en noticia. Tampoco existen referencias a lo que se ha convertido en lema, inclusive cuando se habla de los músicos y artistas cubanos que entonan canciones o insertan en su retórica el ya viral estribillo.
“El lenguaje duro y áspero del arte contestatario se corresponde con la terrible situación de penurias y abusos que se está viviendo en Cuba. Hay rabia y desesperación ante tanta desesperanza”, dijo desde La Habana Luis Cino Álvarez, quien desde 1998 se ha consolidado como una de las voces más experimentadas del periodismo independiente en la isla.
“Siempre habrá personas que se oponen a las vulgaridades, pero lamentablemente, el abuso y el atropello han llegado al máximo, y la ira acumulada, la frustración y desesperación aguantadas, llevan a los oprimidos a expresarse lo más vulgarmente posible hacia sus opresores. Lejos de ser criticado, debe ser observado como un termómetro que indica el grado de fiebre a la que ha llegado ese pueblo, que no puede más”, alertó Fuentes.
Desde La Habana, la escritora y periodista María Matienzo, afirmó que ese cambio del lenguaje en la sociedad cubana no es de último momento.
“Muchas veces se van los cubanos y creen que eso no lo escuchaba o no sé, hay una especie de blackout donde borran las obscenidades y las malas palabras que se sienten hoy. También puede ser que haya gente que se haya ido hace mucho tiempo, hace veinte o treinta años (…) la Cuba de hace treinta años no era tan vulgar”, apuntó la periodista.
Hace más de dos décadas, en 1999, en el encuentro anual de la Asociación de Estudios de la Economía Cubana (Association for Study of the Cuban Economy ASCE) la ponencia de Fuentes con el sugestivo título de “De Pajarito a buscaextranjero.com: Explotación y rentabilidad del negocio sexual (From Pajarito to buscoextranjero.com: Exploitation and Profitability in the Business of Sex)” no fue publicada porque la autora se negó a quitar las palabras que eran considerabas por los editores como ofensivas. Fuentes recuerda que solo dos académicos, Juan Carlos Espinosa y Madeline Cámara, defendieron la libertad de exponer las voces en toda su dimensión en el trabajo investigativo.
Años atrás, el diario The New York Times publicaba un artículo con el provocativo título de “En defensa de las groserías”, donde su autora, Kristin Wong, mencionaba situaciones sociales donde las malas palabras sirven como “método conectivo” y que cada generación cuenta con su propia jerga, “que incluye las obscenidades”.
Ya en el 2018, el mexicano Fernando Buen Abad, especialista en Filosofía de la Imagen, publicó en TeleSUR, donde es consultor, el artículo ¿Por qué insultan los pueblos a sus gobernantes? Su texto extrañamente no fue reproducido en Cubadebate, el portal oficialista cubano que publica consistentemente a este autor desde 2012.
Buen Abad alude a formas de la expresión popular que no siempre son “fáciles”, ni proliferan masivamente, pero “marcan (como pocas) los territorios de la lucha simbólica donde, frecuentemente, el sentido del humor más corrosivo surte efectos demoledores en la moral de los “amos” y en sus ínfulas de prestigio”.
El mexicano asegura que los insultos producen “pánico en la clase dominante que necesita como el aire algunos reductos de “respeto” o miedo para mantenerse en pie” y agrega que es necesario ir más allá de la palabra: “Una vez que estemos seguros del genuino origen popular de los insultos a los victimarios del pueblo trabajador, es necesario acordar los pasos que conducen a la salida emancipadora, de lo contrario quedaremos muy contentos insultándolo todo para que nada cambie. Como reformistas vulgares”.
Para opositores y disidentes cubanos la alusión al gobernante es sinónimo de una persona que bien pudo hacer algo bueno, pero termina fastidiando, jodiendo, embarcando y engañando a los demás.
En Cuba, el primer coro popular de Díaz-Canel sin—o, al menos que se tenga registro, ocurrió en la barriada de San Isidro, una mañana dominical de abril del 2021, cuando integrantes del Movimiento San Isidro y los vecinos del barrio salieron a la calle gritando insultos a Miguel Díaz-Canel y cantando “Patria y Vida” y “Se acabó”, en respuesta a las fuerzas de la policía política y la PNR en La Habana Vieja que se disponían a arrestar al rapero Maykel Castillo Pérez “El Osorbo”.
Movimiento San Isidro conquista la calle, la policía se aleja entre insultos a Díaz-Canel
La inédita escena quedó filmada por decenas de teléfonos que mostraron cómo los vecinos desafiaron el poder con esa frase y la canción contestataria “Patria y Vida”, en la que interviene El Osorbo y que ha llegado a competir como Canción del Año en los premios Latin Grammy.
El sorprendente Grito de San Isidro cruzó los mares y se arraigó rápidamente dentro y fuera de la isla entre los muchos cubanos que se oponen al régimen. Desde entonces ha sido plasmada en memes, camisetas, gorras, carteles canciones, etiquetas de redes sociales y recorre el mundo en los autos y camiones de cientos de exiliados
Así, por ejemplo, se coreaba en varios estados de Florida en mayo pasado cuando los integrantes del equipo de béisbol de Cuba buscaron sin éxito un boleto que los llevara a las Olimpiadas de Tokio, y se grita todavía en las protestas de respaldo a las manifestaciones del 11 de julio en Cuba.
Durante la entrega de los premios Juventud 2021 en Miami, el reguetonero puertorriqueño Farruco hizo gala de su ingenio cuando llegó con una camiseta con la bandera cubana y el lema de Díaz-Canel, si—o, con la que permaneció durante todo el espectáculo.
Esa irreverencia social no es un fenómeno nuevo en la sociedad, donde las conductas marginales se van abriendo espacio y ascienden en la jerarquía social y lingüística. Expresiones, gritos, exclamaciones, cantos o simplemente la entonación de una palabra puede ser un reclamo político y un desafío a las autoridades.
Lingüísticamente, estos cambios semánticos son procesos normales y continuos. Hay palabras que desaparecen, que se crean, que provienen de otras lenguas y se insertan en la ajena con fuerza. También lo que ayer era prohibido, hoy es aceptado.
En la sociedad cubana se han impuesto las conductas marginales donde las expresiones soeces y chabacanas se han vuelto lo normal, por ello, aparecen también en los lemas antigubernamentales, donde se utilizan palabrotas como sin–o y pi—a, opinó Cino.
Fuentes, fundadora de la Red Feminista Cubana, observó que la palabra es parte de una oposición a un sistema, donde se usan todos los métodos, incluso el insulto carnal pues “para oponerse a un régimen brutal, hay que usar todos los niveles del lenguaje: el fino de salón (para los salones), y el arrabalero de la cuneta (para la calle)”.
Precisamente el término popularizado para atacar a Díaz-Canel es el enunciado de mayor desprecio desde la más profunda calle cubana, asegura la investigadora cubana.
“Corrupto”, “abusador”, “asesino”, “genocida” aún valen para expresar el desprecio a los dictadores, pero “sin–o” es el non-plus-ultra de la protesta del atropellado de a pie, del asere de barrio, del ama de casa sin blúmers o íntimas, que se le está cayendo la casa encima a ella y a sus hijos. Ahí también cae “hijo de p..a” como referente, aunque ese término siempre ha sido utilizado”, indicó Fuentes, autora de “Cuba sin caudillos: Aproximación feminista al siglo XXI”.
Con esta frase los cubanos hacen una purificación social, dijo la investigadora: “Es tanto lo que ha aguantado el pueblo cubano durante 60 años, que toda forma de expresión -desde el “middle finger (dedo del medio)” hasta la palabra “sin–o”- son momentos de catarsis. Y esa catarsis es legítima y es necesaria. Lo obsceno está en el atropello de 60 años -que bordea en genocidio en estos momentos-, no en las palabras ni en los gestos”.
Matienzo coincidió en esto: “Hemos llegado a un punto donde la única manera que hay de expresar la inconformidad es a través de palabras fuertes (…) Tienen que ver con el nivel de indignación. No es lo mismo vivir indignado en un penthouse del Vedado que vivir indignado en San Isidro”.
“Es un modo de liberar frustraciones. Como no les está permitido acudir a otro tipo de mecanismos para zanjar la crisis que los ahoga a diario, solo les queda el insulto y la ira verbal para agredir a los culpables de sus males. Es un evidente mecanismo de defensa”, comentó Chaviano.
El Ministerio de Cultura de Cuba no respondió un cuestionario enviado por el autor específicamente a los viceministros María Elena Salgado y Fernando Rojas, sobre el choteo político en la isla.
Este artículo salió publicado inicialmente en el portal digital de Radio y TV Martí.