Capítulo III – LA MUERTE DE MARTÍ
Por Pedro V. Roig
CAPÍTULO 3
El campamento de Dos Ríos, está situado donde confluyen los ríos Cauto y Contramaestre, a tres Km. de Palma Soriano. El 17 de Mayo, Maximo Gomez que quiere dejar sentir su presencia en la zona, sale con 30 hombres a hostigar un convoy español que va hacia las Ventas de Casanova.(1) El 19 de Mayo, Gomez regresó al campamento y encontró a Marti junto a Bartolome Maso con 300 jinetes, que habían llegado en su ausencia. (2)
En el improvisado acto, “Martí habló con verdadero espíritu guerrero”.(3) La tropa se desbordó de entusiasmo. Nadie podía imaginar que escuchaban el último discurso del Apóstol. De repente, se escucharon disparos y casi simultáneamente dos jinetes de una de las avanzadas traían la noticia de que los españoles se aproximaban.
Era la columna de 800 soldados y oficiales al mando del Coronel Jiménez Sandoval que venía siguiendo el rastro de Máximo Gómez. El General en Jefe; seguido de Bartolomé Masó estableció el perímetro defensivo en Dos Ríos, “en la primera arremetida se barrió la vanguardia enemiga, pero enseguida se aflojo y desde luego se hizo firme con fuego nutrido”.(4)
Gomez antes de partir, le pide a Martí que permanezca en el campamento con su ayudante, Ángel de la Guardia. Que pensamientos cruzaron por la mente de Marti, cuando ardía la sangre? Misterio insondable. Tal vez quiso hacer realidad aquel pensamiento de apóstol y mártir cuando escribió: “pero mi único deseo sería pegarme allí, al último tronco, al último peleador, morir callado !Para mí ya es hora.!”
Lo cierto es que Martí monta el brioso corcel blanco, regalo de Jose Maceo y se lanza al galope hacia el campo de combate. Todo es confuso en aquella carga solitaria. Martí el poeta que convocó a la guerra abre el camino muriendo. El fuego es intenso y Marti recibió múltiples heridas, cayendo en medio de la pelea “ de cara al sol”.
Angel de la Guardia logró alcanzar a Máximo Gómez y le gritó con voz entrecortada: “General, han matado al Presidente” (5). Era la una de la tarde del domingo, 19 de mayo de 1895. El cadáver de Marti quedó en poder del enemigo.
El 22 mayo se recibía la noticia que publicó la prensa madrileña. En Londres el “Times” anunciaba: “oficialmente se confirmó que el llamado presidente de la República de Cuba fue muerto”(6).Y para dar inicio al delirante optimismo de los políticos españoles que fue la constante invariable a lo largo de la guerra, salvo honrosas excepciones, comentaba el periódico londinense: “la noticia ha causado gran alegría en los círculos políticos (Madrid) y muchos cubanos (autonomistas) opinan que la insurrección puede ser considerada prácticamente terminada” (7).
Muy lejos está la guerra de ser liquidada; por el contrario, los mambises comienzan a foralecer su infraestructura guerrillera. Con la amarga pena de Dos Ríos, Máximo Gómez emprendió la marcha a Camagüey, mientras que Antonio Maceo continuaba su campaña militar por las sierras y valles de Oriente; organizado los mandos militares e instruyendo a los jefes en el plan de la Invasión al Occidente de la isla.
COMBATE DE PERALEJOS
Entrada la noche del 12 de Julio, 1855, Maceo .recibió confidencias de que un fuerte convoy de suministros se preparaba a salir de Manzanillo con destino a Bayamo y se rumoraba que en la columna al mando del General Fidel de Santocilde viajaba don Arsenio Martínez Campos(8).
El Capitán General había llegado la noche del 11 de julio al puerto de Manzanillo en el vapor “Villaverde” que hacía las veces de Cuartel General Flotante y en el cual se movía con rapidez por las costas de Oriente. Formaban la columna española en Peralejos el primero y segundo batallón del regimiento de Isabel la Catolica,las guerrillas montadas de “Lolo” Benitez, una sección de ingenieros y algunas unidades menores que hacían un total de 1,500 oficiales y soldados.
Antonio Maceo contaba con las fuerzas de los generales Jesus Rabi y Quintín Banderas y un destacamento de 40 infantes a las órdenes del Brigadier Alfonso Goulet a retaguardia protegiendo la impedimenta y el hospital de campaña. La Infantería mambisa quedó escalonada entre los montes que bordeaban el camino real.
Allí formaban los veteranos jefes Joaquín Tamayo, Carlos Sánchez, Joaquín Estrada y los hermanos Saturnino y Mariano Lora. La caballería contaba con dos escuadrones al mando de los coroneles Fernando Zamora y Juan Masó Parra, éste último asignado por Bartolomé Masó para servir a las órdenes de Maceo. El caudillo oriental se situó en el centro de la formación mambisa con los oficiales de su Estado Mayor, entre los que se encontraban: Juan Maspons, Alfredo Justiz, (9) Manuel Piedra, autor de una de las más serias y mejor documentadas crónicas de las campañas de Maceo, Carlos González Clavel, Federico Pérez Carbó y otros distinguidos jefes orientales.
A las 11 de la mañana comenzó el tiroteo. Fue por retaguardia donde se encontraba el brigadier Alfonso Goulet con la impedimenta y cuarenta fusileros. Martínez Campos supo por dos confidentes(10) la disposición táctica de las emboscadas y decidió sorprender por el punto más débil. El Brigadier Goulet resistió la embestida de las avanzadas españolas ganando tiempo para que pudieran escapar los desarmados hombres de la impedimenta y para facilitar los urgentes movimientos tácticos. Goulet, valiente hasta el final, murió en el feroz encuentro.
Maceo que escuchó el intenso tiroteo en dirección a su retaguardia situada en Barrancas se movió con su Estado Mayor hacia aquel lugar desde donde ordenó a los dos escuadrones de caballería que se unieran. Inmediatamente despachó instrucciones a Rabí y Banderas para que a todo andar corrieran la infantería para situarse a la vanguardia de la columna española.
Para dar tiempo a efectuar esta maniobra, Maceo cargó con la caballería desplegada en la sabana de Peralejos al crispante toque de “a degüello”. La infantería española detuvo su avance y rápidamente formó en cuadros con bayonetas caladas, “los jinetes cubanos, a la distancia de noventa a cien metros, giraron a la izquierda y describiendo un semicírculo fueron de nuevo a formarse al frente del cuadrilátero” (11).
Gracias a este golpe táctico, parte de la infantería cubana se logró colocar a vanguardia de los batallones de Isabel la Católica; el resto de la infantería mambisa quedó parapetada en el flanco izquierdo de la columna española a orillas del camino (12).La situación de los generales Martínez Campos y Santocilde se hizo comprometida, pues la caballería ataca sin reposo y la infantería mambisa acribilla literalmente el campo español.
Miró Argenter en sus Crónicas recoge la narración del episodio de Peralejos que ofrece el Capitán de Artillería don Severo Gómez Núñez: “En esta disposición, con fuego a todas partes… continuó avanzando la columna hasta tomar otra vez el camino… grupos de infantería y caballería enemiga atacaban constantemente a nuestras filas, dando gritos desaforados producidos por la embriaguez del triunfo.
El General Martínez Campos, tranquilo y sereno, contemplaba sin chistar aquella escena meditando la resolución más favorable. Largo tiempo hacía que la columna estaba en trance tan apurado, cuando una nueva desgracia vino a producirse. El general Santocilde, que animoso y heroico estaba siempre en el lugar dé mayor peligro había desoído las advertencias de su ayudante Méndez… Poco después yacía inerte atravesado por tres balazos, uno en el pecho, otro en el cuello y otro en la ceja derecha. Murió instantáneamente.
Casi al mismo tiempo caía allí acerca, muerto su ayudante José Sotomayor (13), Maceo que había conocido a Santocilde en la paz supo por su corneta que aquellos toques estridentes anunciaban la muerte de un jefe español, aunque no supo en ese instante que se trataba de Santocilde.
Martínez Campos, que también escuchó aquellos lugubres toques, se movió a la vanguardia de la columna. Continúa el capitán Gómez Núñez: “El General en Jefe comprendió que era preciso a todo trance salir de aquel sitio. Pelotones numerosos de infantería y caballería enemiga cargaban sobre nuestros soldados al grito de ¡a ellos que son nuestros!…
El frente de vanguardia se encontraba ocupado por las fuerzas insurrectas en toda la extensión visible… Del cocal de la derecha partía sobre la columna un fuego mortífero y persistente. Cayó muerto don Eusebio Tomás, el valiente capitán de una compañía de Isabel La Católica, con siete balazos y heridos en la muñeca el teniente coronel Vaquero que mandaba la vanguardia…”(14).
A las cuatro horas de rudo combate la infantería mambisa empieza a sentir escasez de municiones y el fuego se va apagando. La columna española se reagrupa. Martínez Campos ordena la retirada hacia la seguridad de los fuertes de Bayamo hasta cuyas puertas fueron a tocar las cornetas mambisas.
Peralejos fue la acción modelo de la táctica en combate de Antonio Maceo y es sin duda una de las victorias más resonantes de su vida. En aquellas sabanas desplegó sus dotes militares más sobresalientes, el táctico genial de rápido golpe de vista y el formidable jefe de caballería que era. Por su parte el Pacificador del Zanjón entró derrotado en la histórica Bayamo ordenando inmediatamente una gran concentración de tropas en esa comarca.
El Mayor General José Maceo, según Miró, era un hombre “valiente hasta lo inverosímil, colérico y fiero”. Tal era el concepto que Antonio tenía de su hermano José, que siempre decía: “Si lo tengo en Peralejo, hago prisionero a Martínez Campos”.
COMBATE DE SAO DEL INDIO
El resto del mes de julio y agosto lo pasó Maceo operando activamente en los alrededores de Santiago de Cuba. El 30 de agosto a las 6 de la tarde se recibió en el Cuartel General Mambí un despacho de José Maceo, notificando que una columna al mando, del Coronel Canella, había partido de Guantánamo hacia la prefectura y hospital insurrecto de Casimba, donde se encontraba enfermo el propio José, que a la sazón padecía de una doble ciática, custodiado por un destacamento de 50 hombres.
De inmediato Antonio Maceo se puso en marcha al frente de la Primera División al mando de los Generales Agustín Cebreco, Pedro (Periquito) Pérez y Demetrio Castillo Duany. Formaban la columna de Canella, el batallón de Simancas tres escuadrones de peninsulares, una pieza de artillería y 200 voluntarios cubanos de las llamadas Escuadras de Guantánamo, que completaron un efectivo de 900 plazas (15).
A las cinco de la mañana las tropas de Cebreco hicieron contacto con José Maceo. Juntos los dos generales insurrectos iniciaron la acción de vanguardia con la columna española que desde temprano abrió fuego de artillería sobre el lomerío mambí. Antonio Maceo con certero golpe de vista vio la oportunidad y cargó por retaguardia a la sorprendida columna de Canellas. Maceo avanzó hasta situarse en la altura de Sao del Indio. El furioso combate que fue casi a quema ropa duró desde las 5 de la mañana hasta las 2 de la tarde.”Era mayor el encono allí donde luchaban cubanos contra cubanos; la gente de los Maceos con los guerrilleros de las Escuadras de Guantánamo, cual si unos y otros sintieran por igual la enormidad de la injuria y se culpan recíprocamente el fratricidio” (16).
A las nueve horas de combate el coronel Canellas comenzó la retirada hacia Guantánamo. En el arroyo la Josefita los mambises colocaron una poderosa mina que detonó al paso de la columna española. Al anochecer del 31 con numerosos heridos acamparon en el camino de Iguanábano, donde llegaron en la mañana del 1 de septiembre. Aquí establecieron un perímetro defensivo para reorganizarse y atender a los heridos. En esa situación decidieron aprovechar las sombras de la noche que se avecinaba para romper el contacto con los mambises y alcanzar la plaza fortificada de Guantánamo, donde entraron derrotados en la mañana del 2 de septiembre. Con la victoria de Sao del Indio, Antonio Maceo coronó la campaña de Oriente.
El éxito de esta Campaña sirvió para organizar la infraestructura militar del Ejército Libertador en la provincia oriental, aseguró el control de las zonas rurales donde se establecieron sólidas prefecturas civiles; obligó al ejército colonial a marchar en voluminosas y pesadas columnas o pena de ser aniquiladas en pequeñas formaciones; integró el sistema de impuestos y recaudaciones, aseguró los puntos de recepción para las expediciones de suministro procedente de Estados Unidos; alentó la formación de un gobierno cívico-militar y por último logró reunir en los campos de Baraguá, jefes veteranos, tropas fogueadas, magnífica caballería y enorme entusiasmo para dar inicio a la invasión de las provincias occidentales de Cuba..
BIBLIOGRAFÍA
- Gomez, “Diario” p.335
- Ibid
- Ibid
- Ibid p. 336
- Miro op cit p. 34
- London Times Mayo 23 de 1895
- Ibid
- Miro ob cit p. 66
- El coronel Alfredo Justiz Franco cayó junto a Antonio Maceo en Punta Brava el 7 de diciembre de 1895.
- Miro ob cit p. 66
- Piedra Martel. Manuel “La Campana de Maceo.” (La Habana,1967)p.21.
- Ibid
- Miro ob cit p. 76
- Ibid
- Miro ob cit p. 86
- Ibid p. 88
– Pedro V. Roig
Pedro V. Roig, historiador (University of Miami,1974) y abogado (St. Thomas University,1989) es Director del Centro Cubano de Estudios Estratégicos, autor de numerosas monografías, ensayos y libros sobre temas históricos y políticos. Veterano de la Brigada 2506, Director de Radio Televisión Martí (2003-2010). Roig pertenece a la generación de cubanos que no han tenido descanso en la lucha por la libertad.